ABOGÓ POR EL PACTO EDUCATIVO EN EL DISCURSO INAUGURAL EN LA ASAMBLEA PLENARIA DE LA CEE
Estas fueron las palabras del Cardenal:
En todos los campos de la vida social, cultural, profesional y educativa, la Iglesia quiere aportar un valor social positivo y constructivo. Es su misión continuar trabajando por el bien de las personas y de la sociedad.
La labor de la Iglesia en el ámbito educativo es relevante. No solo atiende a casi dos millones de familias muchas de ellas en los enclaves más pobres y populares de nuestra sociedad, sino que además promueve proyectos de investigación, innovación y desarrollo para el conjunto de profesores y centros del sistema educativo. A este servicio de educación reglada se une la acción social de una multitud de entidades de educación en el ocio y en el tiempo libre de inspiración cristiana que, fuera del horario escolar, trabajan para fomentar la equidad, la formación a menores vulnerables y el desarrollo humano e integral de cada persona. En el episodio de grave crisis social que atravesamos, sabemos que debemos intensificar nuestro compromiso educativo, especialmente allí donde más se sufre.
Hacemos nuestra la llamada del papa Francisco (15.X.2020) a todas las naciones e instituciones a participar en un Pacto Educativo Global con el fin de alcanzar un acuerdo que permita generar un cambio a nivel planetario que promueva una educación que sea creadora de fraternidad, paz y justicia. El papa Francisco aboga por una educación cuyos objetivos sean:
- Poner en el centro de todo proceso educativo a la persona, potenciando su valor, su dignidad, su propia especificidad, su belleza y, al mismo tiempo, su capacidad de relacionarse con los demás y con la realidad que le rodea, rechazando la cultura del descarte.
- Escuchar la voz de los niños, adolescentes y jóvenes a quienes transmitimos valores y conocimientos, para construir juntos un futuro de justicia y de paz, una vida digna para cada persona.
- Fomentar la plena participación de las niñas y de las jóvenes en la educación.
- Tener a la familia como primera e indispensable educadora.
- Educar para acoger, de manera particular, a los más vulnerables y marginados.
- Promover el compromiso de estudiar para encontrar otras formas de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso para que estén al servicio del hombre y de toda la familia humana.
- Salvaguardar y cultivar nuestra casa común en la perspectiva de una ecología integral, siguiendo los principios de subsidiariedad, solidaridad y economía circular (Cf. Videomensaje del papa Francisco en ocasión del encuentro promovido por la Congregación para la Educación Católica Global compact on Education. Together to look beyond (15.X.2020).
Se trata, por tanto, de ponernos todos de acuerdo para fomentar un nuevo humanismo que contribuya a la formación de personas abiertas, responsables, dispuestas a encontrar tiempo para la escucha, el diálogo, la reflexión, y capaces de construir un tejido de relaciones familiares, entre generaciones y con las diversas expresiones de la sociedad civil.
El clamor de la inmensa mayoría de la sociedad por un Pacto educativo en España, que sea a largo plazo y que incorpore a todas las fuerzas políticas y también a las entidades civiles y religiosas activas en el campo de la educación, no ha cesado de crecer. Sería conveniente que de este pacto educativo pudiera concretarse una ley sólida que no sea objeto de debate con cada cambio de color político en el Gobierno.
La Iglesia y todas sus instituciones educativas se suman a este Pacto Educativo Global propuesto por el papa Francisco con el fin de formar personas capaces de amar y ser amadas, dispuestas a ponerse al servicio de la comunidad.
Por eso lamentamos profundamente todos los obstáculos y trabas que se quieren imponer a la acción de las instituciones católicas concertadas. Nuevamente insistimos que no es el momento de poner trabas, de enfrentar instituciones públicas y privadas, sino de trabajar conjuntamente, de cooperar de forma eficaz y eficiente para ofrecer una educación adecuada a todos los niños, adolescentes y jóvenes de nuestro país, respetando en todo momento el derecho constitucional de los padres y madres a escoger libremente el centro y el modelo educativo para sus hijos —en consonancia a su con- ciencia, identidad y tradiciones—, y asegurando siempre el derecho constitucional a la libre iniciativa privada.
Consideramos que, siempre y cuando se actualicen correctamente y se garanticen las necesidades económicas para una buena prestación del servicio educativo, la fórmula de la concertación pública como mecanismo de financiación de la educación general sigue siendo plenamente válida y útil para que se dé la participación plural, la diversidad que enriquece a la sociedad y la implicación de la ciudadanía en la consecución del bien común. También creemos que se pueden valorar otras medidas interesantes adoptadas en países de nuestro entorno europeo (como es el caso del “bono escolar”) con el fin de garantizar los derechos constitucionalmente reconocidos a los padres y a la libre iniciativa privada.
Por último, y en la senda del Pacto Educativo Global promovido por el papa Francisco, nuestro empeño se concentra en poner a la persona en el centro, garantizando una educación integral de la misma en todas sus dimensiones —humana, relacional, psicológico-intelectual y espiritual—. Por ello, juzgamos que no se debe quitar de la escuela la formación moral en valores y la clase de religión. Defendemos, pues, la presencia de la asignatura de religión. De hecho, en una sociedad tecnocrática en la que un pequeño virus nos ha desbordado, se hace más que nunca necesaria la enseñanza y el cultivo de la filosofía, de la teología y de la espiritualidad.
Fuente: CEE