LA EDUCACIÓN INTEGRAL DE LA PERSONA, TAREA CUMPLIDA DE LOS PROFES DE RELIGIÓN

Ana Martín, de 39 años, tiene su residencia en El Casar, en la provincia de Guadalajara. Pero cada lunes coge su coche y empieza su periplo. Al final de la semana, cuando regresa a casa, ha recorrido 550 kilómetros para desarrollar su labor. Así han sido las semanas de Ana durante el curso que acaba de terminar. Es profesora de Religión en educación infantil y primaria en siete pueblos del ámbito rural.

Profesora de Religión, una vocación heredada de «Ascen»

Ana es profesora de Religión por vocación, “una vocación –puntualiza- que me viene por mi profesora de Religión, Ascen, que además es mi madre”. Ella «es la que me ha enseñado todo. Y, a día de hoy, me sigue enseñando. Muchas veces me ayuda sobre cómo tratar algunos temas y me aporta muchos recursos para mis clases”. Unas clases en las que no sobran esos recursos, pues en las aulas coinciden alumnos de distintas edades y niveles. Por eso “adapto las clases para ir alternando las actividades según las necesidades de cada nivel”.

La paliza de kilómetros la compensa con alumnos como Carlos, que la recibe corriendo para recordarle que Religión es su asignatura preferida. Y también porque “dar clase de Religión me proporciona mucho bienestar y orgullo”, señala.

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“Siento que contribuyo al desarrollo personal de mis alumnos, no sólo a sus conocimientos, sino también aportándoles valores que cualquier persona necesita para desarrollar su personalidad. Es ver que se convierten en grandes personas, un lujo que no todo el mundo tiene”.


En datos

Esta experiencia que relata Ana como profesora de Religión la resume el papa Francisco: “La educación no puede limitarse a ofrecer un conjunto de conocimientos técnicos, sino que debe favorecer un proceso más complejo de crecimiento de la persona humana en su totalidad”.

Un reto que asumen los más de 35.000 profesores de Religión que imparten clase a los más de 3 millones de alumnos que eligen cada año esta asignatura. Además, miles de familias continúan confiando a la Iglesia la educación de sus hijos, conscientes de que el programa educativo que ofrecen es coherente con los principios y valores que ellos viven y que desean también inculcar en sus hijos.

Las aulas se cierran por vacaciones, pero en septiembre volverán a abrirse porque el ser humano necesita la enseñanza para crecer como persona, para vivir en sociedad, para relacionarse.

Fuente: Memoria Anual de Actividades año 2019

Fuente: Conferencia Episcopal

30/06/2021

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