CÓRDOBA
Monseñor Demetrio Fernández ofició ayer la misa aracelitana junto al obispo de Bilbao
Día 07/05/2012
Lucena vivió ayer su domingo grande. En el día de la Madre, Lucena celebra la onomástica de la Virgen de Araceli, Patrona y Señora de la ciudad, y los lucentinos volvieron a volcarse con ella. Por la mañana, en la iglesia de San Mateo, totalmente repleta de fieles para asistir a la solemne función religiosa, oficiada por los obispos de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, y de Bilbao, monseñor Mario Iceta. Y por la tarde, en la procesión oficial, que llevó a la Virgen por las calles de la ciudad en loor de multitudes, entre miles de fieles aracelitanos. Fernández recordó a los devotos que aunque este año es muy importante porque se celebra el Año Jubilar hay que pedir a los políticos «que no pongan trabas a que la educación religiosa de los niños se lleve a cabo en los colegios». Al mismo tiempo recordó a los fieles que lejos del ambiente festivo «hagan todo un esfuerzo para que los vecinos no pasen hambre, por lo que es importantísimo que les presten ayuda y colaboración», poniendo como ejemplo de esta labor a Cáritas.
En esta ocasión especial —cuando se cumplen 450 años desde la venida de la venerada imagen desde Roma, gracias al Marqués de Comares— la Virgen fue «paseada» por la cuadrilla de santeros mandada por Agustín Lara González. Esfuerzo máximo, responsabilidad y satisfacción reflejados en los rostros de los santeros, ante el difícil reto de llevar sobre sus hombros el pesadísimo paso de palio de la Virgen, convertido en crucero de amor por las calles del recorrido oficial, recogiendo el fervor de los lucentinos, expresado también en forma de miles de pétalos de flores cayendo desde los ventanas y balcones.
Acompañaron a la Virgen en este encuentro anual con los lucentinos la Aracelitana Mayor, Blanca Araceli Escudero, y su corte de honor, ataviada con mantilla blanca, la corporación municipal, clero y un sinfín de fieles, haciendo interminable el cortejo procesional. Tras la salida, con los últimos rayos de sol reflejados sobre la portada de San Mateo, en medio de una plaza Nueva con los naranjos en flor, rebosante de público, se iniciaba el recorrido por las principales calles y plazas de la ciudad.
La calle El Agua marca el tránsito desde la férrea comitiva oficial al protagonismo del pueblo. Así, entre cánticos aracelitanos, fandangos de Lucena, vivas y vítores, mecida una y otra vez sobre los hombros de sus santeros, la Virgen de Araceli se aproximaba a las Cuatro Esquinas y al final de su estación de gloria.
Fuente: www.abc.es