Un equipo multidisciplinar coordinado por arqueólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi descubrió en agosto del 2022 un ara o altar votivo de época romana, datada en el siglo I d.C. Esta pieza recoge una dedicatoria en latín de una mujer, Valeria Vitella, a la deidad vascona Larrahe.
La Sociedad de Ciencias Aranzadi coordina desde el 2010 a un equipo de arqueología junto a más de 50 voluntarios y voluntarias de Larunbe para excavar y consolidar los restos del monasterio medieval de San Esteban de Juslapeña (siglo XI), ubicado en la cima del monte Arriaundi (942m).
El nombre de este dios o diosa indígena se atestigua en otras tres aras procedentes del territorio vascón, localizadas en la cuenca del Arga y de su afluente el río Salado: Muruzabal de Andión (Mendigorria, antigua Andelo), Irujo y Riezu. La de Larunbe es la pieza que más al norte ha aparecido y a más altitud, y la única recuperada en contexto de intervención arqueológica.
Este singular hallazgo constituye un testimonio elocuente de la religiosidad natural del ser humano. No existe algo así como un ser humano vascónico, anterior al cristianismo, desvinculado de todo sentido religioso y aislado de toda influencia exógena (grecolatina u otras) como se viene entendiendo desde ciertos ambientes culturales etnocentristas.
Al contrario, este ara o altar votivo del siglo I d.C, escrito en latín y dedicado a una divinidad vascona, muestra a las claras la práctica religiosa de nuestros antepasados, caracterizada por un sincretismo entre el sustrato vascón y la inculturación del Imperio Romano. No debemos olvidar, además, cómo el Imperio Romano tendía a asimiliar las divinidades de los pueblos conquistados. El propio nombre de mujer inscrito en el altar –Valeria Vitella– es un exponente claro de ese sincretismo o mestizaje cultural.
En resumen, podríamos concluir que estos hallazgos confirman, una vez más, que el hombre es un ser esencialmente religioso, que aspira a entrar en comunión con la Divinidad. Los hombres manifiestan esta tendencia por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos (oraciones, sacrificios, cultos, meditaciones, etc.).
A pesar de las ambigüedades o diversidad que pueden comportar, estas formas de expresión son universales, es decir, le corresponden al ser humano por el hecho de serlo. Por eso, pueden encontrarse, de un modo u otro, en todos los pueblos de la tierra. De ahí, que los vascones pudiesen asumir la religiosidad romana o los romanos pudiesen asimiliar divinidades vascónicas o de otros pueblos: por la comunidad de naturaleza humana, que es religiosa.
Del mismo modo, el cristianismo fue asumido posteriormente por diversos pueblos, incluido el vascón, como una forma más elevada de religiosidad en que venían a perfeccionarse y superarse los anhelos religiosos del ser humano. De hecho, si por algo se caracteriza la religión cristiana es por la proclamación de la fraternidad de todos los hombres y pueblos por el hecho de tener un Padre común.
Religión en Navarra / Erlijioa Nafarroan