LA SOLEDAD DEL PROFESOR DE RELIGIÓN

La soledad del profesor de Religión

Publicado el 10.09.2010

Publicado en el nº 2.720 de Vida Nueva (del 11 al 17 de septiembre de 2010).

Con el inicio del curso escolar vuelven los problemas relacionados con la asignatura de Religión y los derechos laborales del profesorado de esta materia en los centros públicos. La legislación española concede a las diversas comunidades autónomas un amplio margen que ha dejado a esta materia al vaivén del cambio político. El encuentro del responsable de la Conferencia Episcopal, Casimiro Llorente, con el ministro Ángel Gabilondo en la primavera pasada fijó algunos criterios que aún no han tenido resultados prácticos. Continúan las arbitrariedades en algunas delegaciones provinciales en temas de horas, así como en algunos claustros con respecto a los horarios y ante las quejas masivas de los sindicatos que luchan por un lugar digno del profesor de Religión ante la Ley y en el claustro.

Un repaso a las legislaciones europeas en este sentido nos ofrece un panorama bien distinto. En otros países, la asignatura es equiparada a otras materias, manteniéndose la libre elección. No sucede así en España, en donde el profesorado es ninguneado cada vez más, donde las oportunidades para la libre elección encuentran dificultades técnicas y administrativas en la práctica y en donde se asiste a un progresivo desmantelamiento de este derecho de los padres a elegir la asignatura para sus hijos. Algunas Comunidades Autónomas, como es el caso de Madrid, Andalucía y el País Vasco, tienen que luchar casi a diario por el reconocimiento de este derecho. En esta situación jurídica, el desamparo del profesorado es cada vez mayor y urge una política de consenso para que se salvaguarde uno de los derechos fundamentales.

Pero también tiene mucho que decir la Iglesia, que ha de mostrar un apoyo explícito al colectivo al que han confiado la misión. No se puede quedar todo en una expedición de idoneidad y un nombramiento, sino también en la defensa legal de un colectivo cada día más solo.

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