ENSEÑANZA LAICA
Hace unos días, la directora de un documental titulado “maestras de la república”, declaró que: “Estamos poniendo otra vez la educación en manos de la Iglesia Católica”… Es admirable la capacidad de algunas personas para formular frases rotundas, capaces de interpelar a muchas personas y cosechar no pocas adhesiones, a pesar de que en el fondo carecen de fundamento. No dice quiénes son los desaprensivos que están cometiendo este atropello, pero nos alerta de una intriga para que nuestros hijos sean adoctrinados por quienes no deben.
Quizás convenga refrescar el concepto de “patria potestad”. La patria potestad de un menor tiene por objeto garantizar su cuidado, desarrollo y educación integral.., y corresponde a sus padres. Son los padres los que tienen el derecho y el deber de educar a sus hijos; y nadie más. Ni el estado ni nadie. Como la inmensa mayoría de padres no tienen el tiempo necesario, ni la preparación adecuada para educarles, tienen que delegar este derecho en personas de su confianza.
Por tanto, es cada padre el que, libremente, “pone la educación de sus hijos en manos de.., quien lo cree oportuno”. Si hay muchos escolares en la enseñanza concertada, es porque hay muchos padres que quieren este tipo de educación para sus hijos. Pero no debemos pararnos en esta consideración, porque hay mucho más. De hecho, el origen de la controversia está en la distinta concepción que los hombres tenemos de la realidad que nos rodea. Para unos, en nuestro mundo no hay más realidad que la que vemos y entendemos, el universo no tiene por qué tener un sentido, el hombre nace y muere como cualquier otro ser viviente, y sus normas de conducta deben venir marcadas por la conveniencia individual y colectiva…
Para otros, la realidad es más de lo que vemos y entendemos, el universo es creado, Dios le da sentido, como también da sentido a nuestras vidas más allá la muerte… Así las cosas, si vamos al fondo de la cuestión veremos que sólo existen dos modelos educativos: el que considera al hombre como un animal racional cuyo destino es la muerte; y el que le supone también una dimensión trascendente.
Podemos empeñarnos en presentar la enseñanza laica como un modelo neutro, pero no lo es, porque no existen modelos neutros. La enseñanza laica, por propia definición, entroniza una concepción materialista del hombre; sin Dios ni trascendencia.., y esto va en detrimento de la otra forma -no menos legítima- de concebir al hombre (como curiosidad; sólo el dieciocho por ciento de los españoles declaran no creer en Dios, aunque el porcentaje de los no practicantes sea sensiblemente superior).
A pesar de todo, quizás sea lógico plantear la educación de forma que los niños adquieran en el colegio conocimientos sobre distintas disciplinas académicas, y que sean los padres los que les eduquen -según sus criterios- en materia de moral y religión. Pero esto exige jugar limpio, es decir, exige que no haya desaprensivos que conviertan las aulas en instrumentos para combatir la religión, y menoscabar los principios y valores que muchos padres consideran básicos en la educación de sus hijos. Por eso, cuanto más intolerante, cuanto más proclive es una sociedad a no respetar las convicciones ajenas, más difícil resulta que esto funcione.
En Estados Unidos -por poner un ejemplo- los ciudadanos confían en la neutralidad religiosa, moral e ideológica de los colegios públicos, y en consecuencia, la enseñanza privada es minoritaria. En nuestro país la enseñanza concertada es mucho más potente, porque, por una parte, es solución para quienes quieren una educación religiosa para sus hijos, y por otra, es refugio para los que desconfían de esa neutralidad.
Miguel Ángel Munárriz Casajús es doctor ingenierodel ICAI
Fuente: Diario de Navarra
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