La asignatura de Religión
José Ignacio Aranguren Azparren – Lunes, 5 de Noviembre de 2012
¡Qué hermosos son, sobre los montes,
los pies del que trae buenas nuevas;
del que proclama la paz,
del que anuncia buenas noticias,
del que proclama la salvación,
del que dice a Sión: «Tu Dios reina»!
Este texto del profeta Isaías siempre ha sido de estímulo personal en mi labor profesional como educador de la juventud en Secundaria y Bachillerato desde hace ya más de diez años. Una tarea vivida como invitación a mis alumnos a vivir la vida en plenitud y un testimonio de confianza en la vida y en el hombre, en su razón y en su capacidad de amar. Una confianza que no nace de un optimismo ingenuo, sino de una esperanza fiable puesta en el hijo del carpintero de Nazaret, Jesús, que ilumina de verdad cómo es el corazón del hombre.Quiero de este modo contestar a las declaraciones en este periódico por don Emilio Castillejo el pasado domingo relativas a la enseñanza del área de Religión en los centros escolares. Una entrevista cuya conclusión es «que esta asignatura sobra» pues «lo que se transmite no se acomoda ni a la verdad ni al amor» y «es un privilegio de la Iglesia». Digamos la verdad.
El Concilio Vaticano II (Gaudium et spes, n. 45) dejó escritas estas palabras que iluminan el porqué de la Iglesia: «La Iglesia, al prestar ayuda al mundo… solo pretende una cosa: el advenimiento del reino de Dios y la salvación de toda la humanidad. Todo el bien que el pueblo de Dios puede dar a la familia humana al tiempo de su peregrinación en la tierra deriva del hecho de que la Iglesia… manifiesta y al mismo tiempo realiza el misterio del amor de Dios al hombre». La labor docente del profesor de Religión, sea la etapa educativa que sea, en centros de titularidad pública o privada, comunica esta realidad novedosa en la Historia con el máximo rigor científico y metodológico, al igual que todos y cada uno de sus compañeros de claustro. Una selección cuidadosa de materiales y manuales garantiza a los padres una transmisión fiel de las verdades de la Religión católica y advierte de las lecturas idealistas de la Historia hechas en clave dialéctica hegeliana o marxista. Es posible en nuestro tiempo educar en el bien. Yo así lo creo.
Fuente: www.noticiasdenavarra.com
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