Por Mons. Joan Piris el 21 de febrero de 2013
Mons. Joan Piris Venga o no al caso, no hay ninguna intervención de personas con responsabilidad pública en la que no se haga mención a la necesidad de los valores para vivir y, por ello, como algo imprescindible en todos los niveles de la acción educativa. Consecuentemente, y dejando aparte ideologías y prejuicios, los padres y las madres, los educadores y la misma sociedad, todo el mundo debería reconocer que la transmisión del hecho religioso en la escuela es un factor de integración, de convivencia y de sentido de la vida. Por ello, en nombre de tantas personas y familias beneficiarias de su labor, empiezo por agradecer el esfuerzo de todos aquellos que hacen este servicio en la escuela dando consistencia al proyecto educativo. El saber religioso y moral es un derecho del alumno y una exigencia de su formación integral.
En este sentido hago una llamada a las familias para que inscriban a sus hijos e hijas en la clase de religión, convencido de que en ella se les darán los fundamentos adecuados para poder hacer frente progresivamente a los retos educativos actuales y a la misma transformación de la sociedad. El hecho religioso y la apertura a la trascendencia es un elemento educativo que favorece ese tipo de reflexión que ayuda a dar respuestas y abrir horizontes ilusionantes y de calidad.
En tiempos de pluralismo acentuado y de increencia, las familias cristianas, o aquellas preocupadas por el auténtico desarrollo de la formación integral de sus hijos, saben que formar conforme al proyecto educativo del humanismo cristiano y los valores universales del Evangelio equipa muy bien y puede ser una garantía para contrarrestar en la vida muchos de los condicionantes que la dificultan.
Permitidme insistir en la necesidad de dar pasos en común, familias, centros educativos y comunidades parroquiales, y ayudarnos unos a otros a motivar a los miembros de la comunidad educativa sobre los principios y valores que conlleva la Persona y el Mensaje de Jesús, cuidando también escrupulosamente el testimonio que tienen que dar los educadores a los que se les encomienda la clase de religión.
Si pedimos justamente los derechos constitucionales a la hora de reivindicar la necesidad de los contenidos adecuados en el currículum educativo, reclamando que el saber religioso ocupe el lugar que le corresponde en la formación integral y convencidos de su especial importancia, también debemos asegurarnos de la selección de profesores de religión con criterios y praxis adecuada a la identidad católica.
Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,
+ Joan Piris Frígola,
Obispo de Lleida
Fuente: www.agenciasic.es
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