El jesuita y astrofísico asegura en la parroquia de La Soledad que la tela «no es una reliquia falsa»
Miércoles 07 de marzo de 2012
Sobre la reliquia, el también profesor universitario en Estados Unidos, donde desarrolló su carrera durante cincuenta años, incide en que es un objeto de «interés arqueológico» y por ello se debe estudiar desde esa disciplina y establecer de qué época es con criterio científico.
En este sentido, asegura que las pruebas del carbono 14 que se realizaron de la tela «no sirven para nada» porque se tomó tan solo una muestra de una esquina «muy deteriorada», algo de lo que culpa en parte «a los que la custodian pero también a los que aceptaron hacerlo así». «Si uno de mis estudiantes hubiera hecho eso, se llevaba el suspenso mayor de su vida», asegura con humor. Más serio, subraya que, en su opinión, para hacer un análisis correcto habría que tomar muestras «de varias zonas distintas» para poder llegar a una conclusión.
Sin embargo, recalca que la tela, además de manchas de sangre, tiene una imagen grabada que «nadie es capaz de reproducir con toda la ciencia del siglo XXI» y asegura que esta es la «mejor prueba» de que la Sábana Santa «no es una reliquia falsa». Aquí también entra su faceta de científico. «Y lo digo como físico con formación en óptica y en fotografía», sentencia con rotundidad.
Reitera por ello que teología y ciencia son «totalmente» compaginables. «Yo he vivido cincuenta años en Estados Unidos y allí nadie me preguntaba si eran compatibles pero en España tenemos la manía de que debe ser una cosa o la otra pero ¿por qué no ambas?», pregunta. Argumenta que la ciencia solo habla de lo que se puede experimentar en un laboratorio y da respuestas de cómo actúa la materia a través de experimentos «y lo que no demuestra queda fuera». «Pero no me puede explicar por qué El Quijote tiene valor literario, por qué quiero a mis padres o por qué no se debe maltratar a nadie», razona.
Agrega que la teología «tampoco dice nada de la materia» por lo que «no hay conflicto» entre ambas disciplinas que, insiste, se complementan. «Yo debo tener amplitud de miras para conseguir una impresión mayor de la totalidad y por eso debo acudir a la ciencia y a la teología», concluye Manuel Carreira.
Dos trabajos
Dos disciplinas que compagina a la perfección. «Mis dos vocaciones nacieron a la vez y se complementan aunque los estudios fueron sucesivos», apunta. Recuerda que cuando era un niño se fabricó un telescopio con un cartón, una lente de su abuela y una lupa que su madre utilizaba para ver los hilos. «Así vi los cráteres de la luna», rememora, mientras relata que también le gustaba estudiar los minerales que su madre, maestra de escuela, tenía en casa.
Carreira reconoce que tanto la profesión de científico como la de teólogo exigen «mucho trabajo» aunque tan diferente que «no se pueden comparar». La primera permite trabajar en proyectos e investigaciones «muy interesantes y bonitos», como la que desarrolló para realizar su tesis doctoral sobre rayos cósmicos, dirigida por el doctor Clyde Cowan, codescubridor del neutrino, y en la que tuvo que analizar la trayectoria de 40.000 rayos. «En Teología no hay laboratorios pero uno debe pensar muy profundamente», concluye.
Fuente: www.farodevigo.es
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