2011-11-01 L’Osservatore Romano
«La enseñanza religiosa confesional en las escuela públicas, además de no herir la laicidad del Estado, garantiza el derecho de los países a elegir la educación de sus hijos, contribuyendo de ese modo a la promoción del bien común». Lo puso de relieve Benedicto XVI en el discurso dirigido a Almir Franco de Sá Barbuda, nuevo embajador de Brasil ante la Santa Sede, al que recibió en audiencia, la mañana del lunes 31 de octubre, con ocasión de la presentación de las cartas credenciales. Es conveniente reafirmar —señaló el Papa— que la enseñanza religiosa confesional en las escuelas públicas, lejos de significar que el Estado asume o impone un determinado credo religioso, indica el reconocimiento de la religión como un valor necesario para la formación integral de la persona. Y la enseñanza en cuestión, destacó el Pontífice, no se puede reducir a una genérica sociología de las religiones, porque no existe una religión genérica, aconfesional. Benedicto XVI, refiriéndose luego al campo de la justicia social, afirmó que el Gobierno brasileño sabe que puede contar con la Iglesia como partner privilegiado en todas las iniciativas orientadas a eliminar el hambre y la miseria. Además, el Papa subrayó que la contribución de la Iglesia no se limita a iniciativas concretas de carácter asistencial, humanitarias, educativas, sino que tiene presente, de modo particular, el crecimiento ético de la sociedad, promovido por las múltiples manifestaciones de apertura a lo trascendente y por medio de la formación de conciencias sensibles al cumplimiento de los deberes de solidaridad. El Acuerdo firmado entre la Santa Sede y el Gobierno brasileño en 2008 —lejos de ser una fuente de privilegios para la Iglesia o de suponer un agravio a la laicidad del Estado— es la garantía que permite a la comunidad eclesial desarrollar todas sus potencialidades en beneficio de cada persona humana y de toda la sociedad brasileña.
Fuente: www.news.va