Voto de las Cinco Llagas
Pamplona sufrió una epidemia de peste, otra más, en 1599. Al parecer, había llegado desde Santander con mayor virulencia que en otras ocasiones. Entre las medidas tomadas no faltaron las de tipo religioso. El Regimiento (Ayuntamiento) prometió solemnemente que la ciudad guardaría abstinencia las vísperas de San Sebastián (19 de enero) y San Fermín (6 de julio), y levantaría una ermita en honor de San Roque, patrón de los apestados. El obispo recibió la noticia de una revelación divina que aseguraba la protección de todos los sanos y la curación de todos los enfermos que colocaran en su pecho un sello con una representación de las Cinco Llagas de Jesucristo. La enfermedad comenzó a remitir y en conmemoración de esa circunstancia la ciudad celebra desde entonces una función religiosa a la que asiste la Corporación municipal. Coincide con Jueves Santo, inmediatamente antes de los oficios del día, y tiene lugar en la iglesia de San Agustín. La contrarreforma de Trento no hizo sino acentuar las manifestaciones piadosas de la población.
En 1660, el Ayuntamiento de la ciudad acordó introducir en el reverso de las insignias o medallas que llevasen en el futuro alcaldes y concejales la representación de las cinco llagas de Jesucristo, esmaltadas en color rojo, a modo de sangre, y por la orla la corona de espinas de color verde. En el anverso de las citadas medallas figuraba el escudo que el rey Carlos III el Noble otorgó a la ciudad tras el Privilegio de la Unión de los tres núcleos precedentes el 8 de septiembre de 1423: la ciudad de la Navarrería, el burgo de San Cernin y la población de San Nicolás. En dicho documento, que es una verdadera acta fundacional de la ciudad de Pamplona, se describe cómo será a partir de entonces el escudo de la ciudad: en un campo de gules (rojo), un león pasante (caminando) de plata (blanco) con la lengua y las uñas de gules (rojo) y, sobre él, una corona real de oro (amarilla); todo ello enmarcado en una orla con las cadenas de Navarra, es decir, cadenas de oro (amarillo) sobre un fondo de gules (rojo).
El Jueves Santo a las 17:30 horas, la Parroquia de San Agustín sirve de escenario para la renovación del Voto de las Cinco Llagas. Este acto se remonta a 1599 cuando la ciudad imploró la intervención divina para verse liberada de la peste que arrasaba ciudades enteras. Tras recorrer las calles de la capital en procesión con el símbolo de las cinco llagas de Cristo y la corona de espinas, afortunadamente, los efectos de la plaga cesaron.
En agradecimiento, cada año se renueva el Voto mediante un solemne acto en el que los concejales, engalanados y portando el reverso de la medalla corporativa en el que figura el emblema de las llagas de Cristo, desfilan por la ciudad presididos por la bandera negra de la ciudad. El recorrido discurre entre el Ayuntamiento y la parroquia. Ya en el interior de ésta, el coro de la Capilla de la Catedral pone música al acto con interpretaciones como el «Miserere Romano», obra compuesta en el siglo XVII.
La Corporación sae desde la Casa Consistorial por Mercaderes. De ahí, atravesando luego por Calderería, el cortejo se dirige hasta la Iglesia de San Agustín. La procesión se produce en el interior del templo. Tras ella y desde allí, la Corporación saldrá solemnemente para dirigirse a pie por la Bajada de Javier y la calle Compañía, atravesando por Curia hasta la Catedral de Santa María para asistir a los Oficios y la Misa in Coena Domini. Después de ese segundo acto litúrgico, los ediles aún se acercarán a un tercer templo: irán a orar brevemente a San Saturnino.
Fuente: Hermandad de la Pasión del Señor