Con ocasión del estreno de la película sobre la vida de Tolkien, y con la intención de iluminar el sentido de la vida y obra tolkenianas, reproducimos esta carta dirigida por el autor de El Señor de los Anillos al Padre Murray, S.J., donde afirma que este libro es una obra «fundamentalmente religiosa y católica», además de referirse con gratitud a la fe recibida de su madre.
A Robert Murray, S. J.
El padre Robert Murray, nieto de sir James Murray (fundador del Oxford English Dictionary) y amigo íntimo de la familia Tolkien, había leído parte de El Señor de los Anillos en las galeradas y copias dactilografiadas y, por instigación de Tolkien, le había
enviado comentarios y críticas. Escribió que el libro le había producido la fuerte sensación «de una compatibilidad positiva con el orden de la Gracia» y comparaba la imagen de Galadriel con la de la Virgen María. Dudaba de que muchos críticos pudieran encontrar un gran sentido a la obra: «No dispondrán de un casillero previo para situarla».
2 de diciembre de 1953 76 Sandfield Road, Headington, Oxford
Mi querido Rob:
Fue maravilloso recibir esta mañana tu larga carta…. Lamento que algunas palabras mías dichas al azar hayan sido causa de que te ocuparas en criticar mi obra. Pero, para confesar la verdad, aunque la alabanza (o, lo que no es exactamente lo mismo y mejor todavía, las expresiones de placer) es agradable, me animó especialmente lo que tú has dicho, en esta ocasión y antes, pues eres más perceptivo, especialmente en ciertas direcciones, que ningún otro, y aun a mí me has revelado con mayor claridad ciertos aspectos de mi obra. Creo que sé exactamente lo que quieres decir con el orden de la Gracia; y, por supuesto, con tus referencias a Nuestra Señora, sobre la cual se funda toda mi escasa percepción de la belleza tanto en majestad como en simplicidad. El Señor de los Anillos es, por supuesto,
una obra fundamentalmente religiosa y católica; de manera inconsciente al principio, pero luego cobré conciencia de ello en la revisión. Ésa es la causa por la que no incluí, o he eliminado, toda referencia a nada que se parezca a la «religión», ya sean cultos o prácticas, en el mundo imaginario. Porque el elemento religioso queda absorbido en la historia y el simbolismo. Pero todo esto está dicho torpemente, y suena como si me diera más importancia de la que siento. Porque, a decir verdad, conscientemente he planeado muy poco; y debería estar agradecido por haber sido educado (desde los ocho años) en una Fe que me ha nutrido y me ha enseñado todo lo poco que sé; y eso se lo debo a mi madre, que se atuvo a su conversión y murió joven, en gran medida por las penurias de la pobreza, que fueron las consecuencias de ello.
Por cierto, no me ha nutrido la literatura inglesa, que no creo que conozca más que tú, por la simple razón de que nunca encontré mucho en ella sobre lo cual pudiera reposar mi corazón (o corazón y cabeza juntos). Fui formado en los clásicos y descubrí por primera vez la sensación del placer literario en Homero. También por ser filólogo, y habiendo obtenido gran parte del placer estético del que soy capaz de la forma de las palabras (y especialmente de la nueva asociación de la forma de la palabra con su sentido), siempre he gozado más las obras en una lengua extranjera, o una lengua tan remota que lo parezca (como el anglosajón). Pero basta de hablar de mí.
Me temo que lo que dices acerca de los críticos y el público es demasiado probable como para que resulte verdadero. La publicación me está asustando, porque será imposible no tener en cuenta lo que se diga. He expuesto mi corazón para que se le dispare. Creo que los editores también están angustiados; y están muy interesados en que tanta gente como sea posible lean copias de antemano y se formen una especie de opinión antes de que los críticos adocenados hinquen el diente….
Lamento enterarme de que ahora no tienes violonchelo después de haber avanzado un tanto (según me han dicho) en el arte de ese hermoso y difícil instrumento. Cualquiera que pueda tocar un instrumento de cuerdas me parece un brujo digno del mayor respeto. Amo la música, pero no tengo capacidad para ella; y los esfuerzos hechos para enseñarme a tocar el violín durante mi juventud sólo me han dejado un sentimiento de veneración ante los violinistas. Las lenguas eslavas están para mí casi en la misma categoría. En mis tiempos he intentado el aprendizaje de varias lenguas, pero no soy «lingüista» en sentido ordinario; y el tiempo que una vez dediqué a tratar de aprender el serbio o el ruso no ha tenido resultados prácticos, sólo una fuerte impresión de la estructura y de la belleza verbal….
¡Por favor, perdona la aparente enemistad de mi dactilografía! Mi capacidad para ella no mejora. Salvo en velocidad. Soy ahora mucho más rápido que con mi laboriosa mano, que debe reposar a medida que rápidamente se fatiga y duele. No me cabe duda de que pronto tendrás noticias de Edith.
Con mucho cariño,
Ronald Tolkien.
Fuente: Carpenter, Humphrey, Cartas de J. R. R. Tolkien, Minotauro, Barcelona, 1993.