Queridos hermanos en el Señor:
Os deseo gracia y paz.
El viernes 19 de junio celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Recogemos cuatro testimonios del magisterio del Papa Francisco sobre el significado de esta celebración.
1) En el Ángelus del 9 de junio de 2013 dijo: “La piedad popular valora mucho los símbolos, y el Corazón de Jesús es el símbolo por excelencia de la misericordia de Dios; pero no es un símbolo imaginario, es un símbolo real, que representa el centro, la fuente de la que brotó la salvación para toda la humanidad”.
Añadió: “En los Evangelios encontramos diversas referencias al Corazón de Jesús, por ejemplo en el pasaje donde Cristo mismo dice: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,28-29). Es fundamental, luego, el relato de la muerte de Cristo según san Juan. Este evangelista, en efecto, testimonia lo que vio en el Calvario, es decir, que un soldado, cuando Jesús ya estaba muerto, le atravesó el costado con la lanza y de la herida brotaron sangre y agua (cf. Jn 19,33-34). Juan reconoce en ese signo, aparentemente casual, el cumplimiento de las profecías: del corazón de Jesús, Cordero inmolado en la cruz, brota el perdón y la vida para todos los hombres”.
2) En la homilía que había preparado para la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús del 27 de junio de 2017, y que no pudo pronunciar personalmente, escribió: “El amor fiel de Dios a su pueblo se manifestó y se realizó plenamente en Jesucristo, (…) Este amor, esta fidelidad del Señor manifiesta la humildad de su corazón: Jesús no vino a conquistar a los hombres como los reyes y los poderosos de este mundo, sino que vino a ofrecer amor con mansedumbre y humildad. Así se definió a sí mismo: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,29). Y el sentido de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, (…), es que descubramos cada vez más y nos envuelva la fidelidad humilde y la mansedumbre del amor de Cristo, revelación de la misericordia del Padre. Podemos experimentar y gustar la ternura de este amor en cada estación de la vida: en el tiempo de la alegría y en el de la tristeza, en el tiempo de la salud y en el de la enfermedad y la dificultad”.
3) En la Audiencia general del 26 de junio de 2019, dijo a los peregrinos de lengua polaca: “Esta fiesta nos recuerda que Cristo está siempre vivo; nos ama, se ofrece a nosotros como fuente de misericordia, de perdón, de redención”. Y siguió diciendo: “en Él podemos volver a encontrar la paz del espíritu, frecuentemente disturbado en nosotros por la incertidumbre, por la tristeza, por el sentido del pecado. Ofrezcamos al Divino Corazón a nosotros mismos, toda nuestra vida (…)”.
4) Después del Ángelus del 7 de junio de este año afirmó: “El mes de junio está dedicado de manera especial al Sagrado Corazón de Cristo, una devoción que une a los grandes maestros espirituales y a la gente sencilla del pueblo de Dios. En efecto, el Corazón humano y divino de Jesús es la fuente de donde siempre podemos obtener misericordia, perdón y ternura de Dios. Podemos hacer esto reflexionando sobre un pasaje del Evangelio, sintiendo que en el centro de cada gesto, de cada palabra de Jesús, en el centro está el amor, el amor del Padre que ha enviado a su Hijo, el amor del Espíritu Santo que está dentro de nosotros. Y podemos hacerlo adorando la Eucaristía, donde este amor está presente en el Sacramento. De este modo, nuestro corazón también, poco a poco, se volverá más paciente, más generoso, más misericordioso, imitando el Corazón de Jesús. Hay una antigua oración –la aprendí de mi abuela– que decía: «Jesús, haz que mi corazón se parezca al tuyo»”.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
+ Julián Ruiz Martorell,
Obispo de Huesca y de Jaca