El pasado mes de agosto, nos sorprendía un artículo en El Día titulado La Iglesia y la libertad del profesor de Religión. No nos sorprendía por tratar del despido por el obispado de Canarias de un profesor de Religión que se había casado con otro hombre, sino por la argumentación utilizada para criticar este hecho.
El articulista apelaba nada más y nada menos que al político falangista Dionisio Ridruejo para cuestionar el derecho de la Iglesia a declarar la idoneidad de los profesores de Religión Católica. En concreto, se refería a la crítica que hacía Ridruejo al franquismo y citaba estas palabras suyas: «la Iglesia tiranizaba la política cultural con criterios calomardianos y proyectaba una autoridad ejecutiva inaceptable sobre la sociedad laica» (Dionisio Ridruejo, Casi unas memorias).
En efecto, Dionisio Ridruejo, a pesar de haber sido Director de Propaganda del Movimiento Nacional, fue muy crítico con el régimen franquista. A su juicio, ese régimen dejaba demasiada libertad a la Iglesia y no era lo suficientemente fascista.
Ridruejo formó parte del sector más radical de Falange. Era simpatizante del nazismo y quería este tipo de orden político para España. De ahí que no estuviera contento con la influencia que, a pesar del estatalismo franquista, ejercía la Iglesia en la sociedad. La ideología del régimen era a su juicio muy descafeinada respecto a la revolución falangista, que, a semejanza del nazismo, era radicalmente laicista, atea y pagana.
En realidad, a nadie debiera extrañar el recurso al nazi Dionisio Ridruejo -más fascista que el propio José Antonio Primo de Rivera- para apoyar el laicismo de Estado y cuestionar la libertad religiosa. Porque el nazismo que Ridruejo añoraba para España se caracterizaba precisamente por poner al Estado en el lugar de Dios. Es lo que hace el laicismo: convierte al Estado en la norma suprema de los valores morales y religiosos.
De ahí las consecuencias tan nefastas de estas ideologías para la libertad y los derechos de la persona. Que nos explique si no Juan Cruz Ruiz, el autor del artículo citado, cómo se respetaron los derechos de los homosexuales -entre otros- en Auschwitz o en Dachau. O si le parece que se divirtieron mucho los miles de homosexuales enviados al gulag en la Unión Soviética (Dionisio Ridruejo evolucionó del fascismo a posturas cercanas al socialismo). Y es que donde no se respetan los derechos de Dios, no se respetan los derechos del hombre.
La Iglesia Católica no pretende hacer política ni sustituir al Estado, pero le recuerda al poder que no se debe a sí mismo y que no puede vulnerar la sagrada dignidad de la persona humana. Esto es lo que pone tan nerviosos a los voceros actuales del fascismo de siempre…
Álvaro de Carlos