Florencio Roselló, arzobispo de Pamplona, ha cumplido lo que dijo tras su ordenación el 26 de enero: antes de un año quería celebrar misa en euskera, lo ha hecho y en el pueblo más noroccidental de Navarra
Pilar Fernández Larrea
02/12/2024
Florencio Roselló, arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, celebró este domingo 1 de diciembre su primera misa en euskera. Fue en Arano, localidad de unos 100 habitantes, situada en el extremo noroccidental de Navarra, el único municipio de la Comunidad foral donde se ve el mar Cantábrico desde la misma plaza del pueblo.
El prelado, natural Alcorisa, en Teruel y con una trayectoria pastoral centrada en Levante, las últimas décadas en Castellón, dijo tras su ordenación el pasado 26 de enero de 2024 que antes de un año quería celebrar una misa en euskera, como una manera de atender a todas las unidades pastorales de la diócesis. Con ese propósito, inicio ya en sus primeras semanas las clases de euskera que le imparte cada lunes Miguel Larrambebere, vicario general, pamplonés y euskaldun. Roselló, de 62 años, asumía que sería complicado aprender la lengua, dominarla, pero expresó su deseo al menos de poder celebrar la eucaristía. Lo ha conseguido diez meses después y se ha llevado, además, un aplauso del público asistente tras finalizar la celebración.
Iñazio Azcoaga es párroco de Arano, localidad que atiende junto a Jesús Sotil y Santiago Garísoain con otras 46 parroquias de diferentes valles del norte. Arano se encuentra en un alto a unos 3 kilómetros de la carretera que une Goizueta con Hernani, en la regata del río Urumea. Está a unos 14 kilómetros de Goizueta, a través de una sinuosa carretera, y a 35 de Leitza, desde donde se desplaza el sacerdote. Este curso les ayuda en la labor pastoral el seminarista pamplonés Miguel Arrieta.
La iglesia de San Martín de Arano alberga en una de sus puertas uno de los escudos de Navarra más antiguos del Reyno de Navarra. El curioso altar de piedra está hecho con una rueda de molino.
Florencio Roselló no llegó a ver el mar, lo impidieron las nubes, pero sí el monte Igeldo de San Sebastián.
Fuente: Diario de Navarra