¡EL FUTURO DE LA HUMANIDAD SE FRAGUA EN LA FAMILIA!

Los obispos de Paraguay dedican un trienio a la primera célula de la sociedad

ASUNCIÓN, viernes 11 noviembre 2011 (ZENIT.org).- Los obispos de Paraguay han escrito un mensaje dedicado a la familia, en el contexto de la Misión Permanente y dentro del Año de la Fe promulgado por el papa. Ofrecemos a los lectores el texto completo del mensaje.

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Los Obispos de la Iglesia en el Paraguay queremos compartir con nuestro pueblo una reflexión pastoral sobre la familia desde la fe en la persona de Jesucristo, Hijo de Dios y Único Salvador, Señor de la historia. Lo hacemos en el contexto de la Misión Permanente y dentro del Año de la Fe promulgado por el Santo Padre que comenzará el 11 de octubre del 2012, en el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará el 24 de noviembre del 2013

1 – La realidad de nuestras familias

Haciéndonos eco de las palabras del venerable Beato Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, al referirse a la vida matrimonial y familiar, nos decía que «no raras veces al hombre y a la mujer de hoy día, que están en búsqueda sincera y profunda de una respuesta a los problemas cotidianos y graves de su vida matrimonial y familiar, se les ofrecen perspectivas y propuestas seductoras, pero que en diversa medida comprometen la verdad y la dignidad de la persona humana» (FC, 4).

La vocación de familia se está desvirtuando y deteriorando con una rapidez inusual no experimentada en otros tiempos.

1.1. Bendiciones recibidas

Podemos constatar la alegría de las familias cristianas en la vivencia de su vocación matrimonial. Señalamos algunos de los aspectos positivos testimoniados en las familias y que son plenamente rescatados a pesar de los embates que reciben a diario. Como ejemplo digno se pueden mencionar el testimonio de jóvenes que piden el sacramento luego de una buena, sistemática y consciente preparación prematrimonial.

Estos matrimonios asumen: la convicción y la defensa inclaudicable del sacramento del matrimonio; cuidan de la vida en todas sus etapas, desde su concepción hasta la muerte natural; mantienen el valor y la práctica de la paternidad/maternidad responsables; dan testimonio de vida cristiana cotidiana; cumplen con los roles familiares a pesar de la presión existente como consecuencia de la ajetreada vida actual o de las asechanzas de nuevas ideologías. Estas familias evangelizadas y que viven la fe cristiana en su hogar, como pequeña Iglesia Doméstica, se abren a la experiencia familiar de la oración, de la lectura de la Palabra de Dios, la participación en la vida sacramental de su comunidad. Se convierten así, a su vez en evangelizadoras.

1.2. Amenazas a las familias

Como dice Aparecida «En nuestra condición de discípulos y misioneros de Jesucristo, estamos llamados a trabajar para que las amenazas contra la institución familiar sean transformadas y la familia asuma su ser y su misión en el ámbito de la sociedad y de la Iglesia» (DA, 432).

Algunos medios de comunicación banalizan o relativizan el rol de las familias. Insisten en su imagen desdibujada del tipo de familia: proponen la infidelidad matrimonial, la homosexualidad, y la violencia intrafamiliar. Se constata un número cada vez mayor de separaciones y divorcios. Persiste la mentalidad abortista, el feminismo exacerbado, el relativismo moral. Lamentamos la ausencia prolongada por la migración del padre o de la madre, o de ambos, por razones económicas principalmente, porque los niños, adolescentes y jóvenes con frecuencia son criados por otros familiares o viven abandonados a su suerte. Deploramos todo tipo de violencia y las agresiones físicas, psicológicas y hasta víctimas fatales que se cometen dentro del hogar porque no son expresión de amor sino de egoísmo y hasta de perturbaciones psíquicas.

Nos preocupan las familias incompletas, la situación de madres solteras y las consecuencias de la pobreza, de la falta o insuficiente educación debido a la marginalidad. Qué bueno sería que tanto el Estado como la misma Iglesia se ocupen más de acompañar estas situaciones. Las familias descompuestas y particularmente los jóvenes, son víctimas de una sociedad de desencanto y de desorientación. Todo eso se traduce en muchos hechos concretos: relaciones sexuales precoces, embarazos de adolescentes, personas manipuladas por la ideología del género, el deseo de conseguir dinero fácil sin mayores esfuerzos.

2. La realidad de la mujer

Un capítulo muy especial merece la reflexión sobre la situación de la mujer en la actualidad. El Documento de Aparecida, al referirse a la dignidad y participación de las mujeres resalta: «El misterio de la Trinidad nos invita a vivir una comunidad de iguales en la diferencia» (DA, 451).La mujer llamada a ser madre está inclinada naturalmente a vivir la maternidad con sus cualidades indispensables, como bondad, paciencia, ternura, proximidad. Entre ellas, el testimonio de las religiosas consagradas desempeña un papel de importancia para el bien común y la mejora de la sociedad. Ellas se han dedicado con pasión a la educación cristiana en parroquias y escuelas de todo el país, muchas ofrecieron y ofrecen su entrega generosa en el cuidado de los enfermos, de los pobres, indígenas y campesinos.

Con tenacidad y amor perseverante, las mujeres han merecido en el conjunto de la vida eclesial y social un respeto que no siempre recibieron, y un espacio adecuado que no siempre obtuvieron. Fueron y son educadoras de la fe. En momentos difíciles han sido portadoras de justicia y libertad. Muchas de ellas llevaron socorro a los presos, otras ofrecieron sus vidas por un Paraguay mejor, y tantas mujeres de hoy, como ayer y siempre, siguen luchando, incluso desde la convicción de su fe cristiana, por un Paraguay fraterno y justo».

3. La realidad del varón

Siguiendo con el diagnóstico de la realidad en cuanto al matrimonio y la familia, es de suma importancia reflexionar sobre la responsabilidad del varón y padre de Familia. Los niños aprenden la bondad y misericordia de Dios Padre a través de la experiencia concreta que sus propios papás les ofrecen. Entonces, podemos decir que «el varón, desde su especificidad, está llamado por el Dios de la vida a ocupar un lugar original y necesario en la construcción de la sociedad, en la generación de cultura y en la realización de la historia». (DA, 459). No siempre esa imagen, lamentablemente, ha sido la característica de muchos varones que llevados por el alcohol se han manifestado agresores de su familia y de sus hijos.

Sin embargo, «ellos (los varones) se han mantenido más bien al margen de la Iglesia y del compromiso que en ella están llamados a realizar. En un número considerable de ellos se abre paso a la tentación de ceder a la violencia, infidelidad, abuso de poder, drogadicción, alcoholismo, machismo, corrupción y abandono de su papel de padres» (DA, 461).

4. La realidad de la vida humana

Los Obispos en Aparecida advierten sobre los «retos nuevos que nos piden ser voz de los que no tienen voz. El niño que está creciendo en el seno materno y las personas que se encuentran en el ocaso de sus vidas, son un reclamo de vida que grita al cielo y que no puede dejar de estremecernos. La liberalización y banalización de las prácticas abortivas son crímenes abominables, al igual que la eutanasia, la manipulación genética y embrionaria, ensayos médicos contrarios a la ética, pena capital, y tantas otras maneras de atentar contra la dignidad y la vida del ser humano». . . «la vida humana debe ser defendida siempre, desde el momento mismo de la fecundación» (DA, 467).

5. El proyecto de Dios sobre el Matrimonio y la Familia

El amor conyugal, además de esa donación mutua y exclusiva es fiel, total e indisoluble hasta la muerte (Mt 19, 6) y también fecundo, abierto a la vida y a la educación de los hijos, semejándose al amor fecundo de la Santísima Trinidad (Cfr. DA, 434)

En una visión que nos alegra y alienta, muchos varones y mujeres asumen el amor conyugal en el sacramento del matrimonio significando esa unión de Cristo con su Iglesia (Ef 5, 25). Una de las mejores contribuciones del matrimonio y la familia es el de edificar la Iglesia y el de dar solidez a la sociedad. Cuando el matrimonio y la familia están sanos la sociedad también estará sana y la Iglesia igual.

6. Misión de la Iglesia

Ante toda la realidad que vivimos y teniendo en cuenta nuestro punto de llegada, se impone como necesaria una pastoral familiar que comience a formar a sus agentes en la doctrina de la Iglesia, les facilite la experiencia de la Lectio Divina (lectura orante) en el acercamiento a la Palabra de Dios, y les acompañe a la vivencia de los sacramentos de la Iglesia.

Los Obispos del Paraguay, junto con todas las unidades eclesiales, invitamos a asumir el proyecto pastoral sobre la familia para los próximos tres años. De acuerdo al Plan Pastoral el año 2012 estará dedicado a la Familia y Matrimonio, el 2013 a Familia y Personas y el 2014 a Familia y Vida, abierta a la Sociedad. En esta tarea pastoral el laicado tiene su protagonismo. Ellos son los primeros en evangelizar y en ser evangelizados: padres, madres e hijos. En tal sentido «no poca ayuda podrán prestar a las familias los laicos especializados (médicos, juristas, psicólogos, asistentes sociales, consejeros, etc.) que, tanto individualmente como por medio de diversas asociaciones e iniciativas, ofrecen su obra de iluminación, de consejo, de orientación y de apoyo» (FC, 75).

7. Conclusiones

En el trienio dedicado a la familia, esta Conferencia propone:

1. Al Estado Paraguayo:

a. Difundir y proteger el matrimonio civil entre varón y mujer.

b. Proteger la familia desde las leyes nacionales, que promuevan su bienestar a nivel de educación, salud, vivienda, trabajo, y todo tipo de servicio a su favor, en especial de los pobres, campesinos, e indígenas.

c. Mantener los valores referentes a la cultura paraguaya en relación a la familia como también el derecho que tienen las familias de de educación sexual de sus hijos.

2. A las Diócesis y parroquias del país: Que la evangelización de la familia sea transversal a toda la pastoral eclesial, con una antropología cristiana basada en Jesucristo, Hombre perfecto y con el enfoque teológico a partir del misterio infinito del Amor Trinitario. La familia es sujeto y protagonista de la evangelización.

3. Al Departamento de la familia:

a. Animar y colaborar para la realización de la Misión Continental Permanente, centrando su servicio en la y a la familia cristiana «Nueva Evangelización para el Nuevo Paraguay», fundados en la Palabra de Dios, en los contenidos y la espiritualidad del Documento de Aparecida (DA Cap. IX, 421´469) y de «Habla Señor que tu Iglesia escucha».

b. Ofrecer servicios de reflexión, estudio y publicaciones, sobre la evangelización de la familia, personas y los criterios de la Doctrina Social de la Iglesia en relación a la cultura de la vida.

c. Animar la pastoral de la familia a nivel nacional, de las diócesis y parroquias.

Asunción, 11 de noviembre de 2011.

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